La nota es insuficiente para acceder a las
mejores universidades del país. Falló en problemas con enunciados más sencillos
El robot, con aspecto de nevera y color negro,
en realidad sólo resolvió la sección de matemáticas del "gaokao"
Un robot dotado con inteligencia
artificial, el AI-MATHS, se "presentó" a los exámenes de selectividad
que esta semana celebran 9,4 millones de estudiantes chinos y sólo
obtuvo una nota del 70 por ciento, insuficiente para acceder a las mejores
universidades del país, informó hoy la prensa local.
El robot, con aspecto de nevera y color negro,
en realidad sólo resolvió la sección de matemáticas del "gaokao", el
examen de selectividad chino, famoso por su extrema dificultad y que este año
celebra 40 años desde su restitución tras la década de paréntesis vivida en
la Revolución Cultural (1966-76).
El AI-MATHS, construido por la
Universidad Tsinghua de Pekín y la firma de computación en la nube Zhunxingyunxue,
realizó la prueba en la ciudad de Chengdu bajo la estricta supervisión de
inspectores del Gobierno, como en los exámenes de los alumnos humanos, y aunque
no realizó una prueba perfecta sí mostró gran rapidez.
En 20 minutos completó una prueba que incluía
preguntas tan "sencillas" como la siguiente: "Si el número
complejo (1-i) (a+i) corresponde al segundo cuadrante en el plano complejo,
¿cuál es el valor del número real (a)?" (ésta la contestó correctamente).
AI-MATHS falló, en cambio, en problemas
con enunciados más sencillos con un uso del lenguaje más coloquial, como
uno en el que se decía que "el número de profesores era el doble que el de
estudiantes masculinos", un concepto que la inteligencia artificial no
entendió.
La prueba sirvió para medir los límites de la
inteligencia artificial ante la humana, un campo en el que las firmas
tecnológicas chinas están muy interesadas por el fuerte desarrollo que se vive
en el país en el campo de la robótica.
A finales de mayo, un libro de poemas escritos
íntegramente por un programa de inteligencia artificial de Microsoft fue
lanzado al mercado por la editorial pequinesa Cheers Publishing, abriendo
un debate en China sobre si esa obra puede o no ser considerada literatura
propiamente dicha.

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